Cristina Fernández se apoyó sólo en los más íntimos
Dentro del hospital, acompañada sólo por dos secretarios privados,
la presidenta
Cristina Fernández recibió la noticia de la muerte de su
esposo. Todavía con el cuerpo de Néstor Kirchner en una de las tres
camas de la terapia, la mandataria rompió en llanto. No hablaba.
El
primero en verla fue el empresario Lázaro Báez, el mismo que la noche
anterior había cenado con el matrimonio presidencial, indicó el diario
porteño "La Nación". Cristina todavía estaba en estado de shock cuando
él entró: la abrazó, la contuvo y la llevó en su camioneta a la
residencia de la familia en El Calafate.
Luego, la jefa de
Estado se refugió sólo en los más allegados. Ella misma fue quien llamó
a Florencia, quien vive en Estados Unidos, para comunicarle la noticia.
El mayor de los hermanos, Máximo, fue mientras tanto su sostén
principal. Llegó a El Calafate a media mañana, desde Río Gallegos, y se
fundió en un conmovedor abrazo con su madre.
De acuerdo con
los testigos, fueron pocas las palabras que ayer pudo decir Cristina,
durante el velatorio íntimo que organizó en su vivienda. De hecho,
aceptó ver a pocos. A la noche, incluso, pidió quedarse a solas con su
familia, por lo que los ministros desalojaron poco a poco la residencia
Los Sauces y en ella sólo quedaron Cristina, su madre, Ofelia Wilhelm,
su hermana Giselle, su cuñada Alicia Kirchner y Máximo.
El
padre Carlos Lito Alvarez fue una de las contadas personas que pudo
contenerla. "Ahora entiendo porqué Néstor decía que es la Presidenta
coraje", comentó el religioso, en referencia a su estado anímico. Al
igual que él, quienes alcanzaron a saludarla la vieron entera, pero
shockeada.